Piensa en mí, cuando sufras, cuando llores, también.

Como si de algo de vida o muerte se tratara, como si de esa llamara dependiera la vida de millones de personas o el futuro del mundo. La voz me temblaba, tartamudeaba y cuidaba mentalmente cada una de las palabras que deseaban ser pronunciadas. No llegó ni a veinte minutos y aún así, se estaba convirtiendo en la llamada que llevaba esperando algunas semanas. Era como si de una aventura platónica se tratara, una aventura contaminada de un deseo prácticamente imposible y aniquilable. Lo cierto es que podemos presumir tanto como queramos de ser fuertes, pero en realidad no somos tan valientes como queremos hacernos creer. Todo transcurre en una pequeña mentira hasta que finalmente chocamos contra un cristal que creíamos, no existía. Nos damos cuenta de que somos tan cobardes como los demás, tenemos tanto miedo al futuro como cualquier otro pero, ¿estamos dispuestos a luchar contra él? ¿cómo queremos vivir nuestra vida? ¿con quién? ¿haríamos cualquier cosa para hacer que nuestros sueños se hicieran reales con las personas que nos hacen sentir bien?