¿Has sentido alguna vez el ruido que hace tu cerebro fruto de haber sido sobre cargado con cantidad inimaginable de nombres y de situaciones? ¿Has previsto el estallido de tu cabeza justo antes de decidir qué hacer? Cuando te ves obligado a tomar una decisión, todo el mundo conspira para que ninguna de las opciones te satisfaga del todo. Pasas horas cavilando sobre qué puerta abrir y cuál cerrar, pero parece que lo haces a ciegas pues ninguna de ellas sobresale sobre las demás. Sientes que cada sinapsis no es más que un gasto innecesario de impulso nervioso que sobrecarga tus ideas de cosas que únicamente dificultan el encuentro de una solución. Hay otras veces en las que no te ves forzado a tomar una decisión y eres tú el que sientes que no puedes seguir haciendo de tu cabeza una mezcla de pensamientos sin llegar a nada. Una vez vista la importancia de decidir, llega lo más difícil, ¿qué nos conviene? ¿qué queremos? ¿qué nos hará más felices y qué nos hará sufrir? ¿con quién queremos estar y quién es la persona indicada? A lo largo de nuestra vida nos topamos con cientos de personas que influyen descaradamente en nosotros, entran y salen como la gente entra y sale del edificio más transitado de Manhattan. No todas esas personas dejan una huella imborrable, algunas queremos que desaparezcan y otras deseamos que no se vayan nunca, otras dificultan nuestro avance a la felicidad y otras nos empujan y encaminan a ella. Ahora mismo, no sé quiénes son ellos para mí, no sé lo que quiero y eso me frustra más de lo que esperaba.
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| DON'T THINK ABOUT HIM ANYMORE, HE DOESN'T DESERVE YOUR THOUGHTS. |
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